Historia del aceite de oliva: ¿cuándo y dónde empezó todo?
El aceite de oliva virgen extra es uno de esos elementos tan cotidianos en la vida de muchas personas que rara vez nos paramos a pensar en qué hay detrás. Cada vez que abrimos la botella para dar cuerpo y sabor a una ensalada, unas tostadas o una salsa, estamos siendo el reflejo de la cultura mediterránea: la historia del aceite de oliva nace y crece a orillas de nuestro mar, al amparo de unas condiciones ideales y de la mano de diferentes pueblos y culturas que tienen en este oro líquido un vínculo irrompible.
Como con tantas otras cosas que se remontan a miles de años atrás, no hay una fecha ni un lugar concretos para determinar cuándo comenzó el consumo de aceite de oliva en la humanidad. Romanos, fenicios y griegos habitaban las zonas más pobladas y potentes del viejo Mediterráneo y, aunque en muchos sitios diferentes se atribuyen la originalidad del AOVE, es prácticamente imposible poner la medalla con total precisión.
Según se detalla en el libro Food: A Culinary History, escrito por Jean-Louis Flandrin, historiador francés especializado en la historia de la alimentación, las referencias documentales más antiguas y fiables sobre el consumo de aceite de oliva nos llevan hasta el antiguo Egipto. Allí se encuentran algunas de las plantaciones de olivo más grandes del Mediterráneo, aunque originalmente su uso gastronómico se limitaba a los esclavos, de religión judía, ya que para los faraones se empleaba con otros fines.
Estas primeras manifestaciones de la historia del aceite de oliva datan de la época de la dinastía egipcia XII, entre los años 1985 y 1795 a.C. Es decir, hace más de 4000 años que ese delicioso oro líquido que nos alimenta prácticamente cada día ya se utilizaba en regiones no muy lejanas y por personas de culturas, entonces y ahora, no tan distantes.
Historia del aceite de oliva en España
Aunque no podamos poner fecha y ubicación con completa precisión al inicio del consumo de aceite de oliva, sí es más factible investigar cuándo comenzó a ser algo recurrente y popular. Hoy en día, España es uno de los grandes referentes a nivel mundial en AOVE, y ese camino comenzó a recorrerse antes de la existencia de la propia España como la conocemos hoy en día.
En tiempos del Imperio Romano, cuando la Península Ibérica era la provincia romana de Hispania, el aceite de oliva comenzó a adquirir la forma con la que lo vemos hoy. Con las evidentes limitaciones de la época, y procedimientos mucho más simples y rudimentarios, el jugo de la oliva se extraía, principalmente en la zona sur de Hispania (hoy Andalucía), y se producía el aceite con el que se abastecía a la capital, Roma.
Entonces, el aceite no era solo un placer para el paladar: era un recurso. Para iluminar lámparas, para hacer jabones o como cosmético: muchas de las propiedades beneficiosas que hoy se atribuyen al oro líquido del Mediterráneo comenzaron a explorarse mientras se escribía la historia del aceite de oliva. Desde el antiguo Egipto hasta la España actual pasando por el Imperio Romano, Grecia y, en definitiva, todos aquellos pueblos bañados por las aguas mediterráneas.
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